El martes 2 de noviembre fue un día para visitar un bosque de hayas en el Valle de Tena y posterior subida al Ibón de Piedrafita.
Antes de nada, he de decir que en mis planes estaba ver al menos uno de los ibones del Pirineo Aragonés y mi idea era haber intentado acceder al Ibón de Acherito, que además la ruta parte desde el Parque Natural de los Valles Occidentales. Sin embargo, deseché la idea debido a que al inicio de esta ruta hay una fuerte subida durante una hora aproximadamente. Al llevar tantos días andando pensé que quizás mis piernas no iban a aguantar. Por tanto, me informé por internet de otros ibones de más fácil acceso y encontré el de Piedrafita, que elegí finalmente.
La ruta hacia el Bosque del Betato se trata de un bosque de hayas de extraordinaria altura. No es que sea muy grande en cuanto a extensión, pero tiene cierto encanto al ver cómo se levantan altos los árboles. El comienzo puede realizarse desde dos poblaciones: Piedrafita de Jaca o Tramacastilla de Tena. Yo decidí hacerlo desde la primera, lugar donde hay un enorme aparcamiento público al final del pueblo.
Según iba subiendo veía la montaña de enfrente con algo de nieve. Sinceramente, no sabía que el Ibón de Piedrafita se encontraba en la base de la misma.
Las señalizaciones hacia el Bosque del Betato aparecen bien indicadas al principio de la ruta, aunque llega un momento que parece que te lleva dando un rodeo alrededor del pueblo. Hay que tener los ojos bien abiertos para la indicación puesta en una piedra, de lo contrario, te desviarás de la ruta (como me pasó a mí y que me iba hacia donde no era).
Pronto, sin mucho esfuerzo, me introduje en el hayedo. Llegué algo tarde, pues la mayoría de las hojas estaban tiradas en el suelo, quedando tan solo unas pocas en las ramas.
El paseo entre el bosque duró apenas veinte minutos o media hora (con fotos incluidas). Llegué hasta las indicaciones de subida al Ibón de Piedrafita y, como aún tenía mucha mañana por delante, decidí ir hacia él. Hay que seguir las marcas en rojo, las cuales tengo que decir que también hay que tener los ojos bien abiertos en ciertas ocasiones para no perder la pista.
Poco a poco fui ascendiendo por el hayedo y empecé a notar que tantos días caminando por el monte empezaban a pesar en mis piernas. Mi cuerpo me mandaba un mensaje: debes parar un poco. Aunque ya habría tiempo al día siguiente de escucharle. Ahora tocaba ascender hasta el ibón.
Una vez que salí del hayedo, el paisaje se hacía cada vez más bonito. Tenía Peña Telera justo enfrente en todo momento levantándose con sus 2.762 metros.
El agua caída días atrás vino fenomenal al campo. Corría por todos sitios, teniendo incluso que buscar tramos más estrechos de pequeños riachuelos para poder cruzar.
Suerte que en el camino me encontré con un hombre que, presumiblemente, hacía la ruta con sus hijas. Se conocía la zona y me indicó por dónde podía pasar, ya que el río cortaba la senda principal de subida al ibón.
Después de casi dos horas del inicio de la ruta llegué, al fin, al Ibón de Piedrafita. Es un ibón muy pequeño, tan pequeño que parece una charca. Pero, oye, ya puedo decir que he visitado un ibón de Los Pirineos.
Ante el ibón y ante los pies de Peña Telera me comí el bocadillo que me habían preparado por la mañana. Hacía algo de frío, pues corría un poco de viento y, como habréis visto en las fotos, la cima de la montaña tenía algo de nieve.
Tras comerme el bocadillo, di una última vuelta por los alrededores y me despedí del ibón.
Durante la bajada aproveché para tirar las últimas fotos a todo el valle que tenía enfrente. Las faldas de las montañas tomaban un precioso color otoñal y había que inmortalizar el momento.
Y hasta aquí mi mañana por el Valle de Tena. Al día siguiente tocaría inspeccionar el Parque Natural de los Valles Occidentales adentrándome en la Selva de Oza con el coche. Cuando creía que ya lo había visto todo en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, la Selva de Oza me dejó impresionado con su belleza. Y es que no tiene nada que envidarle al parque nacional.