Extremadura – Parque Natural de Cornalvo: cigüeñuelas, chorlitejos, archibebes, martinetes y garcetas desde hidro hide

Hace dos fines de semana me entregaron un hidro hide que encargué que me construyeran. La idea era haberlo estrenado el sábado pasado, pero, finalmente, un cambio de planes me llevó hasta La Vera. Pospuse el estreno para este fin de semana y, de nuevo, la idea era haber ido ayer, sábado, a probar suerte con las aves. El cansancio acumulado durante la semana hizo que ayer necesitara dormir hasta tarde y no fuera. Al fin, después de tantas pospuestas, he ido hoy mismo.

Esta mañana partía desde casa sobre las 07:00 rumbo al Parque Natural de Cornalvo. En mi cabeza llevaba la idea de fotografiar a las espátulas, garzas o moritos comunes, sin embargo, a mi llegada tan solo he visto a estos últimos, aunque al ver que me he metido en el agua han echado a volar y no han vuelto por la zona donde me he movido.

La primera sensación ha sido un poco decepcionante. No por el hidro hide en sí (magnífico trabajo realizado por su constructor) ni por los objetivos a fotografiar sino porque me esperaba más profundidad donde me he metido. La mayoría de las veces he ido semiagachado, incluso, he ido arrastrándome en los momentos que perseguía a algún objetivo que se movía por la orilla.

Lo primero que ha pasado por delante de la cámara ha sido una cigüeñuela. Estas aves no se han asustado en ningún momento y se han dejado acercar a unos 15 metros.

Cigüeñuela a primera hora del día
Cigüeñuela a primera hora del día
Cigüeñuela a primera hora del día
Cigüeñuela entre la hierba

El ánimo ha ido subiendo al ver que cada vez llegaban más aves y yo pasaba desapercibido debajo del hidro hide. Ahora es un chorlitejo chico quien se posa en una roca cercana a la orilla. Aquí he ido arrastrándome hasta lograr tenerlo a escasos 5 o 6 metros. Es la especie que más se ha dejado acercar.

Chorlitejo chico
Chorlitejo chico
Chorlitejo chico
Chorlitejo chico

La emoción aquí ha sido mayúscula. En esos momentos no dejaba de pensar que el hidro hide funcionaba bien.

A continuación, se ha dejado ver un archibebe claro. Ha paseado tímidamente por delante de la cámara.

Archibebe claro

Y como no todo van a ser aves, también me he acercado a otra roca donde tomaban el sol varios galápagos leprosos. También se han dejado acercar a 5 o 6 metros.

Galápago leproso

Las cigüeñuelas han querido retomar el protagonismo de primera hora de la mañana. Eran varias parejas las que había por la zona, algunas más cerca, otras más lejos. Una pareja se ha puesto delante del hidro hide a aproximadamente 10 metros. La emoción seguía presente, aunque empezaba a notar el cansancio de ir todo el rato agachado e, incluso, arrastrándome por zonas de apenas profundidad.

Cigüeñuela buscando comida
Pareja de cigüeñuelas
Cigüeñuela buscando comida
Cigüeñuela pescando
Cigüeñuela esperando un manjar
Cigüeñuela vigilando

A lo lejos he visto un par de martinetes posados en una valla. Estaba bastante lejos de ellos, por lo que he ido su busca. Por suerte, aquí hay más profundidad y puedo llevar las piernas más estiradas.

Martinete buscando comida

Hoy me ha quedado claro que esta especie es más lista que las demás, pues apenas se ha dejado acercar a 25 metros aproximadamente. En cuanto ha notado la presencia del hidro hide ha echado a volar y se ha ido hasta la orilla. Por supuesto, he ido detrás.

Martinete en vuelo
Martinete notando mi presencia

Igualmente, cuando ha visto el hidro hide lo suficientemente cerca ha salido huyendo.

Martinete huyendo

Lo último que he decidido fotografiar es una garceta que se ha posado en la orilla. Estaba bastante retirada y he ido en su búsqueda, pero en estos momentos ella anda más deprisa de lo que yo me arrastro por el agua. En este punto estoy agotadísimo e incluso noto que mis piernas pierden fuerza. Jamás imaginé que una sesión de hidro hide iba a cansar tanto.

Garceta paseando
Garceta paseando

Debido al cansancio acumulado decido dar por finalizada la sesión de la mañana. No ha habido rastro de las espátulas o garzas, mis principales objetivos. Ello significa que tendré que volver en otro momento. Quizá me acerque alguna tarde entre semana, que las aves están más tranquilas y confiadas al no notar el paso de gente por los alrededores, cosa que los fines de semana sí sucede.

La sesión de fotos ha finalizado sobre las 09:30, por lo que he estado en total una hora y media «disparando» a las aves. La sensación final ha sido satisfactoria, con muchas cosas a mejorar, no solo en cuanto a la fotografía sino a cómo sentirme más cómodo dentro del hidro hide para no agotarme tanto. Supongo que la práctica y el consultar a otros expertos que llevan años en este mundo me ayudarán a lograr lo que voy buscando.

Sin más que contaros de mi primera experiencia dentro de un hidro hide, me despido de vosotros hasta otra aventura.

Extremadura – Tierra de Mérida-Vegas Bajas: ruta por el Berrocal del Rugidero

Ayer por la tarde, tras terminar de trabajar, tenía la duda de si ir a nadar un rato a la piscina climatizada o acercarme hasta el Parque Natural de Cornalvo y así visitar El Berrocal del Rugidero. Finalmente, me decidí por lo segundo.

Hace un mes, cuando hicimos la ruta por el embalse de Cornalvo, estuvimos a las puertas de este entorno, sin embargo, no nos adentramos en él. Por entonces me dije a mí mismo que tenía que visitarlo antes de que el agua empezara a escasear, pues El Rugidero toma ese nombre debido al ruido que hace el agua al pasar entre las rocas y oquedades.

En las cercanías existe un aparcamiento en el que poder dejar el coche, aunque es bastante pequeño y los fines de semana apenas se puede aparcar. Existe un merendero un poco más retirado donde ahí no hay problemas para dejar el vehículo, solo que hay que andar un tramo por la carretera y luego ir hacia el paraje del berrocal. No obstante, andando se tardará unos cinco minutos.

Tuve la suerte de que, al ser jueves, pude aparcar en el aparcamiento del Rugidero. Subí la pequeña cuesta hasta la entrada del berrocal. Por delante, me quedaba un kilómetro y medio aproximadamente hasta llegar al final de la ruta.

Entrada al Berrocal del Rugidero

Lo primero que me encontré es el arroyo del Muelas, que ahora lleva bastante agua al estar el embalse con el mismo nombre con bastante capacidad. Me entretuve haciendo algunas fotos.

Arroyo del Muelas
Arroyo del Muelas
Arroyo del Muelas
Arroyo del Muelas
Arroyo del Muelas

La ruta no tiene pérdida. Está señalizada en todo momento con postes de madera y una marca amarilla. No obstante, aunque no hubiera postes de madera, si sigues el camino trazado entre las retamas te lleva hasta el final.

El campo está ahora precioso con la llegada de la primavera. Al tener un otoño e invierno bastante lluvioso ahora luce verde y las retamas tienen sus típicas flores amarillas.

Entorno del Berrocal del Rugidero
Entorno del Berrocal del Rugidero
Entorno del Berrocal del Rugidero
Entorno del Berrocal del Rugidero
Entorno del Berrocal del Rugidero
Entorno del Berrocal del Rugidero

De no haber sido porque me entretuve mucho haciendo fotos habría llegado al final de la ruta en apenas quince minutos. Hay que tener mucho cuidado a la hora de acceder, pues un pequeño resbalón puede ser causa de caer al agua (con mucha suerte) o caer por las rocas y despedirte.

Berrocal del Rugidero

Os dejo con un vídeo que grabé. Seguramente, hace un par de meses el sonido era más fuerte.

Justo por debajo de las rocas se ve el agua. Se puede acceder fácilmente bordeándolas.

Arroyo del Muelas en el Berrocal del Rugidero
Arroyo del Muelas en el Berrocal del Rugidero

Ahora solo queda iniciar el camino de vuelta. Mery y Pepe quieren su habitual protagonismo en cada salida que hacen.

Mery y Pepe en el Berrocal del Rugidero

Aunque no tardan mucho en volver a esconderse en la mochila al ver a una especie animal que les da mucho miedo.

Culebra encontrada
Culebra encontrada

Después de intercambiar opiniones con dos matrimonios, que pasaban la tarde en las cercanías del aparcamiento, acerca de qué tipo de culebra es (lo desconozco), decidí acercarme hasta el embalse del Muelas, pues en coche se tarda unos cinco minutos.

Nada más llegar, una preciosa tarabilla me esperaba subida en unas ramas.

Tarabilla

Desde el mirador se ve el agua cubierto de ranúnculos. Y, al fondo, un grupo de ocho espátulas. Pronto, espero poder fotografiarlas desde más cerca.

Embalse del Muelas

Inspeccionando la zona pude captar alguna garceta en vuelo, aunque reconozco que la foto es malísima, pues estaba muy lejos.

Garceta en vuelo

También cogí en vuelo a una espátula (ya te engancharé mejor je, je)

Espátula en vuelo

Cómo no, también a cigüeñas blancas.

Cigüeñas blancas

Y, por último, a las aves estrella de ayer: una pareja de moritos comunes que merodeaban la zona. Esta especie hace parada en Cornalvo desde hace relativamente poco tiempo. A ver si hay suerte y más adelante puedo tomar fotos desde más cerca.

Pareja de moritos comunes
Pareja de moritos comunes

Y esta fue mi aprovechada tarde del día 25/03/2021. Hace exactamente un año habría sido imposible esta salida, pues el mundo entero estaba desconcertado ante el covid19 y los confinamientos estrictos. Ahora, a pesar de las restricciones de movilidad y medidas impuestas, al menos podemos salir al campo a despejarnos y disfrutar de la naturaleza en estado puro durante la primavera.

Sin más, espero que os haya gustado la entrada.

Hasta otra aventura, turistas.

Extremadura – Tierra de Mérida-Vegas Bajas: de aventura por el embalse de Cornalvo

Había pasado una semana después de Navidad cuando tuve en mente acercarme hasta el embalse de Cornalvo y hacer una ruta circular para inspeccionar la zona. El objetivo era ver qué aves se movían por el entorno, pues, al fin, tengo un permiso de la Junta de Extremadura para poder meterme en charcas y embalses de toda la región (excepto en Monfragüe) con un hidro hide e ir en busca de fotos chulas.

Justo el fin de semana que tenía pensado acercarme se decretó el cierre perimetral de todos los municipios de Extremadura, por lo que la visita tenía que posponerse. Hoy, al ser festivo en Mérida (y haberse levantado el cierre perimetral el viernes pasado), nos hemos levantado bien tempranito para «coger sitio».

Hay que decir que llevábamos un mapa de todo el parque natural, sabíamos que la ruta a hacer partía desde el Berrocal del Rugidero hasta la cola del embalse de Cornalvo, pero no hemos sido capaces de guiarnos (será que somos torpes ja, ja). Estábamos decididos a ir en coche hasta el muro de la presa de Cornalvo y hacer la ruta circular partiendo desde ahí, sin embargo, un merendero a escasos metros del aparcamiento del Berrocal nos ha llamado la atención. Hemos entrado, dejado el coche y ahí sí hemos visto los paneles informativos de la ruta hacia la cola de la presa. Así que hemos decidido hacerla desde ahí.

Comentar que la ruta es sencilla, sin desnivel alguno y en todo momento vas por un camino. Camino que ahora está anegado en varios tramos debido al agua caída en las últimas semanas. Este agua ha hecho también que el campo esté precioso, luciendo un verde brillante en la hierba, pareciendo ya primavera.

Empezando la ruta hacia la cola del embalse de Cornalvo
El campo luce verde en Cornalvo
Camino hacia la cola del embalse de Cornalvo

En el punto de la última fotografía estamos casi a la altura de una bifurcación del camino. Lleva hasta una pasarela que cruza el río. No hace muchos años me dijeron en el centro de interpretación que en época de llevar mucha agua el embalse no era posible realizar la ruta circular, debido a que no se podía cruzar el agua. Se ve que esta pasarela es relativamente nueva y así arregla el problema.

Desde el merendero hasta la cola de la presa, donde ya vemos el agua bien cerca, hay unos 2 kilómetros. Nosotros hemos tardado más o menos media hora porque hemos ido a paso lento.

Campo anegado de agua
Llegada a la cola del embalse de Cornalvo
Cola del embalse de Cornalvo

Objetivo cumplido y, aunque aún no se veían muchas aves (algunas gaviotas hemos visto en el agua), me he hecho una idea de cómo es el entorno para poder visitarlo en primavera/verano. Las aguas no se las ve muy profundas y son ideales para hacer pie y poder recorrer un buen tramo en busca de animalitos.

Aquí hemos decidido seguir andando hasta el muro de la presa. Se ve al fondo y parece cerca, aunque la verdad es que luego las aguas hacen un recodo y es un poco más largo. Al ser todo llano, el cansancio es mínimo.

Divisando el muro del embalse

En el mismo muro hemos parado para comer algo y descansar. Sinceramente, mi idea era volver por donde hemos venido todo el camino, pero mi acompañante me ha dicho que por qué no seguimos por el muro adelante y así hacer la vuelta por la otra parte del embalse. Dicho y hecho. El entono es prácticamente el mismo. Hay alcornoques a pie del agua.

Alcornoques en el embalse de Cornalvo

Al fondo, se ven varios patos nadar. Son del mismo tipo que los que se pueden encontrar en La Isla de Mérida. Salvo que estos no creo que se muestren tan cercanos.

Patos en el embalse de Cornalvo

Como hemos visto a lo largo de toda la ruta, la dehesa de Cornalvo se muestra verde. Es una maravilla para los ojos.

Dehesa de Cornalvo

Y no tardando mucho llegamos hasta uno de los símbolos del entorno: El Abuelo de Cornalvo. Se trata de un alcornoque de grandes dimensiones a pie del embalse. Su edad se estima en unos 400 años y tiene un perímetro de tronco de 4 metros. Fue aquí donde decidí darme la vuelta en el año 2014, la primera vez que visité el parque natural.

El Abuelo de Cornalvo

Pero hoy no. Hoy hemos seguido caminando hasta llegar de nuevo a la cola de la presa y cruzar por la pasarela vista desde lo lejos a primera hora. Poco a poco, el agua va escaseando, señal de que estamos cerca de la cola.

Cola del embalse de Cornalvo

En este punto se podía haber cruzado dando saltos por las rocas, pero era tontería al tener la pasarela a veinte metros.

Ha sido aquí, en la pasarela de madera, donde Mery y Pepe han decidido hacerse su selfie habitual.

Mery y Pepe en el embalse de Cornalvo

Una vez cruzada la pasarela, volvemos al camino seguido a la ida. En unos veinte minutos aproximadamente estaremos de vuelta en el merendero, donde se ha quedado el coche aparcado. El tiempo total ha sido de unas tres horas más o menos.

Sin más que contar, me despido hasta otra aventura. Espero volver en los próximos meses en busca de garzas, espátulas y, con muchísima suerte, cigüeñas negras.

Un saludo, turistas.

Extremadura – Tierra de Mérida-Vegas Bajas: una mañana en el embalse de Proserpina

A principios de semana me dijeron que los habitantes de Mérida podíamos ir al embalse de Proserpina, que al estar dentro del término municipal de la capital de Extremadura nos podíamos mover libremente. Ante la duda, llamé a la Guardia Civil del puesto de Mérida para que me lo confirmaran y la respuesta fue afirmativa, diciéndome que el cierre perimetral afecta a los términos municipales, no limitándose al perímetro de la ciudad o población.

Dicho esto, esta mañana, con la cámara en la mano, me disponía a presentarme en las inmediaciones del embalse para pasar el rato. Al contrario de otras veces, donde siempre he dejado el coche tirado en el aparcamiento que está al lado del muro de la presa, esta vez he ido en dirección a los chalets de los alrededores. He dejado el vehículo aparcado en una de las calles y nada más bajar he visto a lo lejos, en la orilla del embalse, un grupo numeroso de patos. Ese era mi objetivo cuando he partido desde casa, sabiendo por una amiga que están acostumbrados a la presencia de la gente, puesto que los dan de comer y apenas se asustan.

Según me iba acercando a la orilla, los animalitos han echado a nadar, huyendo de mi presencia y dejándome con cara de bobo al pensar que quizás me habían engañado acerca de lo mansos que eran. La solución estaba bien clara. Volver a subir hacia el camino y fotografiarlos desde allí, que al estar algo retirado no se iban a asustar. Esta vez sí ha surtido efecto y los ánades reales se han portado muy bien.

Macho de ánade real
Grupo de ánades reales
Macho de ánade real
Macho de ánade real
Macho de ánade real

Pero los ánades no son los únicos habitantes que podemos encontrar en Proserpina. Los gorriones comunes se están preparando ya para anidar; he visto algunos con paja en el pico, aunque no he podido captarlos con la cámara.

Gorrión común
Gorrión común

De nuevo los patos se han vuelto a la otra orilla, al sitio donde inicialmente he intentado fotografiarlos, por lo que he decidido ir detrás de ellos, pero esta vez poniéndome a una distancia prudente para no molestarlos. Estando allí se me ha posado a bastante distancia una abubilla durante cinco segundos aproximadamente. Lo suficiente para traerme a casa mi primera foto de esta especie (espero que lleguen muchas más).

Abubilla
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Extremadura – Mérida: fotografiando sus tres principales monumentos: Puente Romano, Templo de Diana y Teatro Romano

Antes de comenzar a narrar lo que ha sido mi mañana de domingo por la ciudad de Mérida os tengo que decir que ha sido uno de esos días en los que se han unido varias circunstancias que han hecho que me haya vuelto a casa emocionado con las fotos realizadas.

A principios de semana tenía pensado acudir este fin de semana a Valverde de Leganés, Badajoz, para visitar el convento Madre de Dios y así fotografiar mi nueva novela ante el monumento. Y así habría sido de no ser porque el martes se me averió el coche y desde entonces está en la UCI (taller). Por lo tanto, los planes debían retrasarse para otra ocasión. En su lugar, decidí el viernes que hoy, domingo, lo iba a pasar en el Teatro Romano de Mérida para fotografiar el libro. Me he levantado a las 08:00, desayunado con mucha tranquilidad y sobre las 09:30 salía de casa rumbo al monumento estrella de Emérita Augusta. El día estaba nublado y por el camino me decía que quizá tuviera suerte con las luces y sombras encontradas, esas que tanto fastidian/queman las fotos en días soleados. Al llegar hasta la entrada del teatro mi decepción ha sido mayúsucula al verlo cerrado. El reloj marcaba las 09:45 y según mis cálculos debería haber abierto justo a la hora que he salido de casa. En ese momento, como la caminata ya estaba hecha, he decidido acercarme hasta la alcazaba árabe y así disfrutar de la fotografía.

Quince minutos después enseñaba mi DNI en la entrada de la fortaleza árabe, mostrando que vivía en Mérida, y me daban paso. Antes de entrar he preguntado que si el teatro no abría, cuya respuesta ha sido <<sí, abre a las 10:00>>. Una alegría me he llevado, pues ya creía que no lo había hecho aún después del confinamiento. Pero ahora tocaba disfrutar de las vistas desde la muralla de la alcazaba, del puente romano que luce esplendoroso.

Puente Romano de Mérida desde la Alcazaba Árabe

Apenas habré estado aquí diez o quince minutos. Mi idea ahora era ir hasta el que es, desde mi parecer, el monumento emeritense que más impacta cuando lo ves por primera vez. La joya de Mérida es el Teatro Romano y eso es intocable, pero el Templo de Diana causa asombro verlo levantarse entre casitas de pueblo y mostrando toda su belleza. Por la calle, normalmente llena de turistas que paran a fotografiarse ante él, apenas pasaba gente de largo (un par de personas o tres me he encontrado), con lo que me he deleitado bien fotografiándolo. En la siguiente imagen aparece mi novela a sus pies.

Templo de Diana, en Mérida

Y ahora sí, era el momento de ir hasta el Teatro Romano y así tirar algunas fotografías. Mismo procedimiento de enseñar el DNI y acceso gratuito a todo el recinto. En el mostrador había un grupo de cinco o seis personas sacando su entrada y yo he pasado delante de ellos.

Mi sorpresa, mi gratitud, mi incredulidad me he llevado cuando he salido por una de las puertas de las gradas y lo he visto totalmente vacío, sin una sola persona, con un silencio que emocionaba. Sin pararme a pensar mucho, he sacado rápidamente la cámara y así empezar a hacer fotos como loco, pues el grupo encontrado en la entrada no tardaría en llegar. La emoción ha sido mayor al ver que el día seguía nublado, sin contraste de luces y sombras, sin el sol quemando las fotografías y logrando bonitas estampas.

Teatro Romano de Mérida
Un placer descansar sobre tus gradas, amigo
Los ladrones de la noche – Publicidad gratuita

Diez minutos después aproximadamente ha llegado la primera persona. Se trataba de una chica que me ha dado la posibilidad de realizar una fotografía de ella sentada de cara al teatro. Me ha parecido un momento bonito de meditación ante la Diosa Ceres, que no le quitaba la vista de encima. Como a la chica no se le ve la cara, me permito el lujo de subirla al blog.

¿Meditando? ante la Diosa Ceres
Los ladrones de la noche ante el Teatro Romano de Mérida
Los ladrones de la noche ante el Teatro Romano de Mérida
Los ladrones de la noche ante el Teatro Romano de Mérida

El teatro seguía con la única presencia de la chica y yo cuando he decidido bajar hasta el escenario para presentarle mis respetos a la Diosa Ceres. Me daba por satisfecho con todas las fotografías realizadas desde lo alto de las gradas.

Ante la Diosa Ceres
La novela ante la Diosa Ceres

El grupo de gente encontrado a la entrada llegaba en este momento y ahí he decidido realizar las últimas fotos.

Entrada al escenario del Teatro Romano de Mérida
Entrada al escenario del Teatro Romano de Mérida
Entrada al escenario del Teatro Romano de Mérida
Escenario del Teatro Romano de Mérida
Escenario del Teatro Romano de Mérida

Con la última foto me volvía a casa pensando en la fortuna que he tenido hoy. He escrito a un amigo por Whatsapp para contarle que me había tocado la lotería al encontrarme el teatro sin gente. Esto es algo que llevaba persiguiendo desde hace siete años y solo lo logré una vez a última hora de la tarde, a falta de cinco minutos para que el recinto cerrara y con el supervisor metiéndome prisa para que abandonara las instalaciones. Recuerdo que aquel día había sol, que no me fastidió las fotos, pero ni de lejos había el tono de luces encontrado esta mañana. Y el día de hoy ha sido todo una secuencia de casualidades:

1-Que tuviera el coche averiado y no haya podido ir a Valverde de Leganés.

2-Que me haya dado por preguntar en la alcazaba si el teatro no abría hoy (lo he preguntado cuando ya estaba a punto de entrar).

3-Que haya salido un día nublado, perfecto para la fotografía y sin que hubiera grandes contrastes de luces y sombras.

4-Tener la fortuna de encontrarte el teatro totalmente vacío, en silencio y disfrutar de su belleza como pocas veces voy a volver a hacer.

Sin más que contar, os dejo hasta otra aventura. Yo seguiré aquí, aún emocionado por la mañana tan placentera que he tenido por los tres principales monumentos de Emérita Augusta.