El miércoles 16 de noviembre me levanté dispuesto a acometer la penúltima de las rutas programadas para mis vacaciones otoñales del 2022. Despertaba en el Hotel El Castillo, a escasos metros del casco histórico de Ponferrada, capital de El Bierzo. Pero, antes de nada, quiero mostraros algunas fotografías que tuve la oportunidad de captar el día de antes durante mi viaje de Cangas del Narcea a Ponferrada. El monte leonés, en concreto por la comarca de Laciana, lucía un color otoñal espectacular. Como no tenía prisa en llegar a mi destino hice varias paradas para hacer fotos. Los paisajes que veía me convencieron definitivamente para apuntar en la lista el otoño leonés como futuro viaje.
Ahora sí, la subida hacia la pequeña población de Manzanedo de Valdueza fue toda una odisea. El GPS me enviaba una y otra vez por una carretera que en esos momentos tenían cortada por obras, por tanto, estuve dando vueltas cerca de 20 minutos intentando coger la carretera correcta. Gracias a las indicaciones de un matrimonio pude encontrar el desvío y llegar a Manzanedo de Valdueza.
Aparqué el coche al inicio del pueblo, junto a una pista de baloncesto. Desde aquí, antes de internarme en el castañar, subí por un pequeño monte para hacer alguna foto desde lo alto.
Luego, con mucho cuidado volví a bajar. El suelo estaba muy resbaladizo debido a la lluvia que había caído por la noche. Una vez abajo de nuevo, crucé el pueblo andando y me adentré en el castañar.
Nada más iniciar la ruta vi que iba a ser todo un espectáculo. Aunque los castaños no tuvieran el color rojo que a mí me gusta, lo cierto era que sus amarillos enamoraban a cualquier persona que le encante esta estación.
Mery y Pepe nos indican el camino que tenemos que tomar. La verdad, no tiene pérdida alguna y tan solo hay que andar por él sin salirse.
Como se puede observar en las fotos, algunos ejemplares de castaño son centenarios. Durante toda la ruta se pueden observar árboles de 400 o más años.
Es tan gratificante el paseo que sigues y sigues sin tener conciencia del tiempo que ha pasado o los kilómetros que llevas en movimiento. Soy consciente de que me he alejado bastante del pueblo al llegar a un claro y verlo a lo lejos.
Apenas anduve unos metros más. Al ver que el paisaje empezaba a cambiar y ver castaños más jóvenes decidí darme la vuelta para volver a juntarme con los seres más viejos del castañar.
Al llegar casi al punto de inicio del pueblo se puede ir hasta una ermita en ruinas: la ermita de Santa María de Escayos. Apenas se encuentra a 800 metros del pueblo, aunque, a mí se me hizo más largo. El camino de bajada hacia la ermita está justo donde se halla el cementerio.
Una vez vista la ermita, decidí darme la vuelta y volver hacia el pueblo. La pequeña cuesta de subida me hizo quedarme sediento. Y es que se me olvidó coger la botella de agua al inicio de la ruta. Sin dudarlo, bebí de una fuente. Su agua fría me revitalizó.
Justo al llegar al coche y dispuesto a volver a Ponferrada comenzó a llover bastante. Aproveché para hacer algunas paradas y tirar unas últimas fotos desde lo alto.
Como en casi todas las rutas realizadas me encontré con algún animalito. En este caso, un bonito mastín estaba tumbado en la mitad del camino. Pobre, le interrumpí en su descanso y se levantó al ver el coche.
A la hora de comer estaba descansando en el hotel. Mi idea era haberme acercado al casco histórico de Ponferrada para al menos visitar su castillo, sin embargo, esa tarde no paró de llover y no me apetecía mojarme. Como ya he dicho al principio de la entrada, tengo apuntado el otoño en tierras de León como visita en el futuro. Y aprovecharé para conocer Ponferrada con calma.
Sin más que contar, esta es otra de esas rutas recomendable para realizar en familia. No supone ningún esfuerzo, tratándose de un pequeño paseo por el campo.
P.D. Conocí esta ruta gracias, una vez más, a la página Rutinas Varias. Si queréis ver fotos bonitas, no dudéis en visitar su galería: