El lunes día 14 de noviembre me levanté con las piernas bastante frescas. Sinceramente, creí que iba a tener unas agujetas descomunales tras la paliza del día anterior subiendo a la laguna de Muniellos, sin embargo, apenas tenía dolores y me encontraba con ganas de seguir descubriendo el entorno de Muniellos.
El día de antes por la tarde estuve charlando con el administrador de la página Rutinas Varias y me envió varias ubicaciones desde donde hacer fotos bonitas. La verdad, mi intención era únicamente acercarme hasta el mirador del Centro de Interpretación de Muniellos (no confundir con el Centro de Recepción de Visitantes) y así darme un pequeño descanso, no obstante, me animé a ir hasta las ubicaciones que me dijo Dani.
Mi primera parada del día fue en un mirador desde la carretera AS-348. Las vistas de todo Muniellos dejaban sin palabras.
Intenté encontrar el segundo de los miradores que me había pasado, sin embargo, el p* GPS me enviaba una y otra vez hacia el Centro de Recepción de Visitantes. Por tanto, me acerqué hasta el Mirador del Pico San Luis, cercano al centro de interpretación mencionado anteriormente. Desde allí, se puede hacer una ruta circular de apenas un kilómetro sin desnivel alguno (adaptado, incluso, para minusválidos). Una vez más, las vistas quitaban el hipo.
Aún me quedaba mucha mañana por delante, por lo que, sin duda, decidí acercarme hasta el hayedo de Gedrez. Era algo que, aunque lo habíamos hablado meses atrás, Dani me dijo que no me dejara atrás esta visita porque me iba a impresionar. Desde aquí, tengo que darle las gracias por darme a conocer este impresionante entorno. La carretera que une las poblaciones de Gedrez y Monasterio de Hermo era todo un espectáculo de color. Conducir por ella fue una sensación que no se puede contar.
Aparqué en un apartadero de la carretera e inicié un bonito paseo entre el hayedo. Se trata de un camino de uso particular, sin embargo, yo me animé a andar por él apenas un kilómetro a la ida y otro tanto a la vuelta. Si vais, que nadie note vuestra presencia y dejadlo todo como si no hubiérais estado allí.
Llegué a un pequeño riachuelo, donde me entretuve haciéndole fotos.
Pero, donde más tiempo invertí fue en un haya que se encontraba en el camino. Le hice muchísimas fotos desde todos los puntos. Al final, me he quedado con las que más me han convencido.
Tras finalizar el paseo cogí dirección con el coche hacia Monasterio de Hermo, sin embargo, apenas hice una parada para tirar un par de fotos. Según iba ascendiendo se veía el bosque cada vez más pelado de hojas y no quise pararme mucho.
A la hora de comer estaba de vuelta en el hotel emocionado por el increíble entorno por el que había paseado. Si visitáis la zona y no sois mucho de andar, no dudéis a la hora de adentraros en estos espectaculares paisajes. Apenas os supondrán esfuerzo y os llevaréis en la retina un bonito recuerdo.
Al día siguiente tocaría abandonar Asturias, aunque, aún tendría por delante algunos días más por tierras de Castilla y León. Justo cuando cargué las cosas en el coche, Asturias se despedía de mí deleitándome con un bonito arco iris.
El domingo día 13 de noviembre era el DÍA GRANDE por Asturias, el momento de mi reencuentro con el increíble bosque de Muniellos. Era un día que estaba marcado con una X en el calendario desde el día 2 de enero, momento en el que reservé mi plaza para poder acceder a este entorno declarado Reserva Mundial de la Biosfera.
A Muniellos ya accedí en el mes de noviembre de 2014. Y desde entonces tenía una espina clavada debido a dos motivos:
1-No logré ver un otoño espectacular, pues ese año el otoño se atrasó por esta zona y cuando llegué estaba todo prácticamente verde.
2-No logré subir a la Laguna de la Isla. Hice el intento, pero mi falta de preparación me hizo darme la vuelta cuando me quedaban dos kilómetros aproximadamente.
Llegado el día, antes de salir hacia Muniellos, me miré en el espejo y me animé a mí mismo diciéndome que esta vez sí lo iba a conseguir, que me iba a quitar la espina del año 2014 e iba a ver la laguna. Para mí era todo un reto no solo por quitarme la espina (al final de la entrada os cuento por qué tenía que subir sí o sí).
Sobre las 09:00 comencé mi ruta. El primer kilómetro está adaptado para minusválidos y los tres siguientes se realizan sin apenas dificultad. Elegí la ruta del río, que es más corta y consta de subir hacia la Laguna de la Isla. La ruta larga, que va por la otra parte del río, no la elegí debido a que con mi ritmo no me iba a dar tiempo a realizarla antes de las 17:00, hora en la que debía estar de vuelta (en verano es más tarde).
Antes de llegar al Centro de Recepción de Visitantes me emocioné porque la primera de las espinas ya me la estaba quitando. Todo el entorno lucía un color otoñal precioso y nada más internarme en el bosque comprobé que así era también en el río.
No tardando mucho llegué al haya más famosa de Muniellos, aquella que aparece en la mayoría de postales de la zona. Aún no había mucha luz y la foto que le tiré fue subiendo la ISO (concepto fotográfico solo apto para entendidos de fotografía). Tampoco me preocupó mucho. A la vuelta tendría la oportunidad de volver a fotografiarla.
A pesar de la sequía, en Muniellos corría el agua. No tanta como en 2014, pero menos es nada.
Un desvío hacia las lagunas indica que se terminó el paseo. A partir de aquí, el camino asciende sin parar.
El agua siguió siendo el protagonista durante toda la ruta. Gracias a él, iba haciendo paradas para descansar y así entretenerme fotografiando pequeñas caídas.
De nuevo, otra indicación hacia las lagunas. En este punto noto ya mucho cansancio y me vengo un poco abajo al ver que aún me queda una hora y media hasta llegar a mi objetivo final. Me acuerdo de unas horas antes mientras estaba delante del espejo animándome a mí mismo. También pienso en el principal motivo por el que quiero subir a la Laguna de la Isla, por encima de quitarme la espina clavada de años anteriores.
Llego a un punto que me suena que fue donde me quedé en el año 2014. Al menos, esta vez, he logrado igualar mi meta de ocho años antes.
Enseguida, me doy cuenta de por qué me di la vuelta en el año 2014. Además de que me asfixiaba en la subida, recuerdo que me desanimé al ver la pendiente que aún queda de ahí para arriba. Paré a descansar un poco, me grabé en un vídeo (el cual no voy a subir) y luego seguí la marcha. En el camino me digo que he ido allí a sufrir, pero que merecerá la pena cuando llegue a la laguna. A pasos cortos, tramo a tramo, conseguí llegar a un punto clave de la ruta: los tres cruces. Un camino enlaza con la ruta por la otra parte del río (la ruta larga), otro lleva a la Laguna de la Isla y el otro es por el que he subido.
Me animo. Veo el camino hacia la laguna y tiene poca pendiente. Alguna que otra subida y bajada, pero intuyo que lo peor ya lo he pasado. Las vistas de todo el bosque según voy andando son impresionantes.
Aproximadamente veinte minutos después llegué a la Laguna de la Isla. Mi emoción saltó por los aires diciendo «¡LO HE CONSEGUIDO!». Sinceramente, la parte del camino más dura, la de la subida constante, es la que me pareció más fea. Puede que sea porque en la parte alta los árboles estaban casi totalmente pelados de hojas.
Tras haber descansado durante unos 20 minutos, deleitado con las vistas de todo el bosque de Muniellos y comido parte de un bocadillo tocó bajar de nuevo hacia el río. Eran las 12:00 aproximadamente cuando mis pies se pusieron en marcha.
A la vuelta tocó disfrutar realmente de la ruta, sin apenas sufrimiento y tomándome todo el tiempo del mundo para realizar fotografías. A la ida no utilicé el trípode, que había llevado a cuestas todo el rato. Fue volviendo cuando sí le di uso.
Tres horas después de mi partida desde la Laguna de la Isla, llegué de nuevo al Centro de Recepción de Visitantes. Allí me estaba esperando Romeo, un lindo gatito que no paraba de reclamar comida. Por supuesto, le di un trozo del bocadillo que me comí antes de dirigirme hacia Cangas del Narcea.
Pregunté a la mujer que si podía firmar en el libro de visitas, pero me dijo que ya no lo tenían. Una verdadera pena porque quería estampar una vez más mis impresiones del bosque de Muniellos. Por tanto, lo dejaré aquí (extendiéndome más que si lo hiciera en el libro de visitas):
En el año 2014 dije que volvería y he cumplido mi promesa ocho años después. Me he quitado la espina que tenía clavada por no haber logrado subir a la laguna. La paz y armonía que se respira dentro del bosque de Muniellos no la he conocido en ningún sitio. No se escucha nada de industrialización, ni maquinarias, ni coches. Tan solo se oye el cantar de los pájaros, el sonido del río al bajar o de las hojas caer. Muniellos, sencillamente, te atrapa en su bosque.
Os diré que para mí era todo un reto personal subir a la laguna no solo por quitarme la espina clavada desde ocho años atrás. Era una prueba para ver si, en el futuro, iba a poder aguantar una ruta que tengo pendiente en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Se trata de la Senda de los Cazadores, teniendo un desnivel de 650 metros en tan solo 2 kilómetros. La subida a la Laguna de la Isla de Muniellos consta de un desnivel de 700 metros en 7 kilómetros. Por tanto, si no aguantaba esta subida, claramente, no voy a poder aguantar la subida por la Senda de los Cazadores.
Por último, animo a todo el mundo amante de la naturaleza que visite el bosque de Muniellos. Soy consciente de que acceder es un tanto complicado, pues tan solo se permite la entrada a 20 personas por día. Las reservas se agotan con muchos meses de antelación, de hecho, cuando yo reservé la entrada el día 2 de enero para el día 13 de noviembre tan solo quedaba una plaza libre para ese día. Para otros días siguientes sí quedaban bastantes plazas. Si tenéis claro qué día queréis visitarlo, sin duda, reservad cuanto antes para no quedaros fuera.
El alojamiento donde me quedé en Cangas del Narcea fue el Hotel La Casilla. Me sorprendió gratamente que el dueño me dijera si ya había estado allí porque le sonaba mi cara. Efectivamente, fue el mismo hotel en el que me quedé en noviembre de 2014. Repetí los gambones a la plancha que tan buen sabor me dejaron en mi primera estancia.
Al día siguiente tocaría inspeccionar con el coche la zona. Quizá, ese día hiciera las fotos más bonitas de todas las vacaciones por Asturias. Y es que no es necesario pegarse una paliza andando para encontrar sitios que te dejan con la boca abierta. Tan solo hay que saber a quién dirigirse.
Hace dos años cuando me volví de las Islas Cíes de Vigo lo hice diciendo que estaba completamente convencido en que había estado en el paraíso. Hoy he vuelto a él pero con un paisaje totalmente distinto. He cambiado la playa por la montaña.
La Reserva Integral de Muniellos es la principal razón por la que estoy de vacaciones en Asturias e hice la reserva el día 2 de enero. Al tratarse de una Reserva Mundial de la Biosfera tan solo se permite la entrada a 20 personas por día y una vez al año, es decir, una misma persona no puede entrar dos veces en el mismo año natural.
Desde entonces contaba los días para venir a Asturias, para ver su otoño, para entrar en Muniellos. La espera se me ha hecho larga pero ha merecido la pena ya que es un sitio que enamora a cualquier persona que le guste la naturaleza.
Mis pies se han puesto en marcha sobre las 09:15 tras haberme dado indicaciones la chica del centro. Mi objetivo era hacer la ruta corta, la que va a la orilla del río y que sube a las lagunas. La ruta larga, en esta estación, no se puede acometer debido a dos razones:
1-Es una ruta de 18 kilómetros, con bastante desnivel, y por lo tanto se tardan muchas horas. Teniendo en cuenta que el centro cierra a las 17:00 entonces no da tiempo a hacerla en el día.
2-La parte alta de la ruta discurre entre bastantes piedras, que ahora están muy mojadas y hay peligro de resbalo. Si además le unes que en estos momentos se encuentra nevada, el riesgo es mayor aún.
La ruta comienza en un sendero que está acondicionado para minusválidos y la vegetación te abraza mientras vas andando.
Bienvenidos a Muniellos
Comienza la ruta
Andando por el sendero acondicionado
Andando por el sendero acondicionado
Río Muniellos
A pesar que aún está todo muy verde y que no se ve el color otoñal, de vez en cuando se ve algún haya con las hojas amarillas.
Algo de otoño en Muniellos
Algo de otoño en Muniellos
Algo de otoño en Muniellos
El agua fluye por todos sitios y es una gozada escucharlo. En toda la reserva tan solo se escucha el sonido del río y de algún pájaro.
Cascada de agua
Volvemos al camino que en todo momento está arropado por una alfombra roja.
Volviendo al camino
Llego a una zona dónde hay un puente de madera y por donde no se puede pasar. Está prohibido el paso y la razón está clara: el puente no es muy estable que digamos. Pero hay alguien que desafía a la suerte y decide traspasarlo.
Río Muniellos
Puente de madera
Después de estar andando 4 kilómetros en llano llega la ascensión. Son 2 kilómetros más hasta llegar al cruce de los tres caminos y el cual uno de ellos sube a la laguna. El paisaje sigue siendo digno de observar y hasta me encuentro setas.
Otoño en Muniellos
Seta
Después de dos horas andando y una de ellas ascendiendo, en la que he tenido que hacer múltiples paradas para recuperar el oxígeno, decido que me doy la vuelta. La falta de entrenamiento durante meses y meses me ha pasado factura y no me veo ni física ni mentalmente preparado para subir otros dos kilómetros más hacia las lagunas. Es una decisión difícil porque mi ilusión era verlas pero no me queda más remedio. En estos momentos echo de menos a mi habitual compañero de aventuras por Extremadura porque si hubiera estado conmigo me habría animado a su manera. Diciéndome que soy un blando, que no valgo ya para nada y que estoy viejo. Ello hubiera supuesto que echara a andar de nuevo y con mucho esfuerzo habría llegado a mi objetivo final.
Como no ha sido el caso y como ya no estaba disfrutando con la ruta he tirado una foto a Mery y Pepe y he vuelto sobre mis pasos.
Cascada (fin de mi ruta)
Fin de mi ruta
Mery y Pepe en el fin de la ruta
Más calmado y descansado he vuelto a disfrutar de la ruta. Tengo la teoría que si no disfrutas con algo lo mejor es deshacerte de ello. Y en mi caso la solución era rendirse y dejarlo para otra ocasión. Y por si no tenía ya suficientes motivos para volver en este momento le añado uno más.
Volviendo sobre mis pasos
Troncos de acebos
Enseguida he vuelto a disfrutar de la ruta, de la fotografía y al encontrarme de nuevo con setas que he ignorado a la subida, he sacado el objetivo MACRO para fotografiarlas.
Típica seta otoñal
Típica seta otoñal
Típica seta otoñal
Y también vuelvo a disfrutar con las cascadas del Río Muniellos.
Cascada en el Río Muniellos
Cascada en el Río Muniellos
Los troncos rotos de los árboles y las hojas caídas también son objeto de mi cámara.
Tronco de árbol
Tronco de árbol
Troncos de árboles
Hojas caídas
Hojas caídas
¿Os habéis dado cuenta que en ningún momento hay ni un solo tramo sin vegetación? Es abundante durante toda la ruta.
Abundante vegetación en Muniellos
Abundante vegetación en Muniellos
Abundante vegetación en Muniellos
Y por fin llegué de nuevo al tramo que más me ha gustado. Aquí es dónde he podido disfrutar del colorido otoñal.
Otoño en Muniellos
Otoño en Muniellos
Otoño en Muniellos
¿Os pensasteis antes que he sido yo quién desafió a la suerte cruzando el puente? Siempre tengo que estar con cuatro ojos observándoles porque se me pierden jeje.
Mery y Pepe saltándose las indicaciones
Mery y Pepe saltándose las indicaciones
Y más otoño…
Otoño en Muniellos
Hojas con color otoñal
El fin de la ruta está cerca y aprovecho para tirar las últimas fotos a Muniellos. El mágico día por esta reserva va llegando a su fin.
Cascada en el Río Muniellos
Mery y Pepe en una cascada en el Río Muniellos
Troncos caídos sobre el Río Muniellos
Despidiéndome del otoño de Muniellos
Despidiéndome del otoño de Muniellos
Despidiéndome del otoño de Muniellos
Despidiéndome del otoño de Muniellos
Al llegar de nuevo al centro de recepción sale a mi encuentro un amigo que se sienta delante de mí para que le dé algo de comer de mi bocadillo. Como amante de los animales y de los perros le guardo un último trozo ante el que el animalito se pone la mar de contento.
Un amigo inesperado
Entro al centro para avisar que ya he vuelto de mi ruta y allí dejo mi firma. Mi día se resume en lo siguiente:
Firma en el libro de visitas
Una última foto al centro antes de abandonar definitivamente Muniellos. Un placer y hasta pronto…
Centro de recepción de visitantes de Muniellos
Analizo mi día en Muniellos y me quedo sin palabras con la belleza de sus paisajes. No quiero quedarme con la espina clavada de no haber logrado mi objetivo inicial de subir a las lagunas. Ello ha supuesto que a la vuelta haya disfrutado muchísimo con todo lo visto, lo sentido, lo olido, lo tocado, lo fotografiado y prefiero quedarme con eso. Como ya he dicho más arriba, tarde o temprano volveré a Muniellos y seguro que la próxima logro subir.
Por mi parte ya está todo dicho de Muniellos. Ahora os toca a vosotros analizar las fotografías y sus paisajes y opinar. Pero como siempre os digo no es lo mismo verlo en foto que en vivo y directo. Por lo tanto, sin ninguna duda, os recomiendo su visita.
Primer día de vacaciones en Asturias y primera salida a fotografiar sus paisajes.
Os escribo desde Limés, en el concejo de Cangas del Narcea, y concretamente desde el Hotel Restaurante La Casilla dónde me alojo.
Antes de nada he de deciros que Asturias lleva siendo mi objetivo principal desde hace dos años cuando estuve de vacaciones en Galicia, pero entre unas cosas y otras no ha sido posible realizar este viaje hasta ayer mismo.
En la agenda tenía visitar primeramente el hayedo de Hermo tras haber visto hace unos meses fotografías en el blog rutinasvarias.com.
Hoy he salido hacia Monasterio de Hermo sobre las 09:15 y mis malos presagios de ayer se han confirmado enseguida al ver que el colorido bonito del otoño aún no ha llegado. ¡¡¡MALDITO VEROÑO!!!
Monasterio de Hermo
Monasterio de Hermo
Luego he ido hasta el Río Narcea que fluye entre el hayedo. Se trata del más extenso de toda Asturias y aunque tiene la hoja muy verde es una auténtica maravilla.
Río Narcea en Monasterio de Hermo
Mery y Pepe en el Río Narcea
Hojas del haya
El monte ya está nevado y decido seguir la carretera que muere en la antigua Mina de Coto Cortés. Tan solo indicar que este tramo es terreno privado y te encuentras carteles durante toda la carretera indicándolo. Se puede llegar con el coche hasta el final sin ningún problema y yo lo he hecho (no he sido el único). Creo que si somos respetuosos y dejamos todo como si nuestra presencia pase inadvertida no debería haber ningún problema en acercarse para tirar algunas fotografías.
Mina de Coto Cortés
Mina de Coto Cortés
Luego he vuelto a bajar hasta el hayedo. Aún estoy por la zona de la mina.
Hayedo de Hermo
Hayedo de Hermo
Hayedo de Hermo
Es hora de salir de la mina y volver carretera adelante hacia Cangas del Narcea. De vez en cuando voy haciendo paradas y fotografiando el río y hayedo.
Hayedo de Hermo
Hayedo de Hermo
Hayedo de Hermo
Hayedo de Hermo
Y como aún era muy temprano para volver al hotel he decidido acercarme hasta el Centro de Interpretación de la Reserva Integral de Muniellos. El objetivo era preguntar por dónde tenía que entrar mañana a dicha reserva. Una mujer muy simpática me ha dado indicaciones y me ha invitado a subir al mirador de Muniellos. Por supuesto le he hecho caso.
Subida al mirador de Muniellos
Reserva Integral de Muniellos
Reserva Integral de Muniellos
Reserva Integral de Muniellos
Mery y Pepe en la Reserva Integral de Muniellos
Estas han sido las últimas fotos del día. La recepcionista del Centro de Interpretación me ha estado explicando que este otoño no va a ser como los de años anteriores. Durante todo el mes de octubre ha estado haciendo calor y por lo tanto la clorofila ha seguido corriendo por las hojas de los árboles. Hace una semana y media se metió el frío de golpe y los árboles están tirando la hoja aún estando verde. Yo puedo dar fe de ello ya que he visto muchas hojas verdes de las hayas en el suelo. Es una pena porque mi viaje a Asturias ha sido exclusivamente para conocer el otoño asturiano y me voy a volver a Extremadura sin haberlo visto en todo su esplendor.
No obstante los paisajes sacados de cuentos de fantasía que he visto hoy merecen la pena visitarlos en cualquier estación del año. Una vez aquí no queda otra que disfrutar de lo brindado por la madre naturaleza. Ella tan solo se porta con nosotros de la misma manera que nosotros nos portamos con ella. Y el hecho que hayamos tenido tanto calor durante el mes de octubre es por culpa del ser humano; por culpa del cambio climático debido a tanta mierda que estamos echando al Medio Ambiente.
Sin más que decir por hoy me despido. A ver si mañana me sale un buen día por la Reserva de Muniellos y puedo disfrutar sus paisajes.