Ayer, sábado, fue un día de despedida del otoño 2021, que dicho sea de paso, ha sido el que más he disfrutado desde que comencé a salir a fotografiarlo allá por 2011. El lugar elegido: muy cerca de casa, en el Castañar de Montánchez.
Sobre las 10:00 nos poníamos en movimiento desde la plaza de toros. Esta vez me acompañaba un colega que trabajó conmigo durante 5 años, que también se unió a mí en el año 2019 cuando fuimos a San Martín de Trevejo y en el año 2020 cuando viajamos hasta el Valle del Ambroz.
El paseo hasta el castañar apenas dura 20 minutos. Al llegar vimos que el colorido era muy bonito, sin embargo, muchas ramas estaban ya prácticamente peladas. Recuerdo que en el año 2019 encontré este castañar en el punto álgido de color y repleto de hojas.
La entrada la hicimos por la parte de arriba y enseguida nos metimos en el corazón del castañar.
El paseo no duró mucho. Como íbamos muy bien de tiempo y mi acompañante no había visto la Encina La Nieta, ubicada en el término municipal de Torre de Santa María, hicimos una breve parada para que la viera.
Y de la Encina La Nieta a la majestuosa Encina La Terrona. Él tampoco la había visto y nos encaminamos hasta Zarza de Montánchez. Creo que en mi caso era la cuarta vez que me arrodillaba ante su majestad La Terrona.
Nótese sus dimensiones comparando la altura de una persona con la de la encina. En la siguiente foto aparece mi colega (abajo a la izquierda) observando su imponente belleza.
Este fue el final de nuestro día. Para celebrar la despedida del otoño 2021 volvimos a Cáceres y nos tomamos una caña en un bar cercano a mi casa.
Como he comentado al inicio de la entrada, el otoño 2021 ha sido el más impresionante y espectacular que he fotografiado en los once años que he salido a captar sus colores. Las fotos tiradas en años anteriores por Extremadura llevaban cansándome los tres o cuatro últimos años, razón por la cual tomé la decisión de viajar en octubre a Los Pirineos para recuperar la ilusión por esta estación. Y vaya si la recuperé. El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido está a otro nivel. Y cuando digo otro nivel, me refiero a tres o cuatro niveles por encima del otoño en Extremadura. He disfrutado mucho por nuestra tierra captándolo, pero nunca sentí la emoción que sentí el día que conocí el Bosque de la Pardina del Señor, el Valle de Ordesa o el Valle de Bujaruelo vestidos con sus mejores trajes de colores.
Finalizado el otoño, me despido de vosotros hasta otra ocasión. Quizá, hasta enero no vuelva a salir. Y visto que los dos últimos años los comencé tirando fotos en un hide y no me puedo quejar en absoluto de cómo han sido, puede que el año 2022 haga lo mismo. Es tiempo de cambiar de temática, es tiempo de aves…
P.D. Revisando mi despedida del otoño 2020 en este mismo castañar he encontrado la siguiente reflexión, la cual he de decir que no recordaba:
Que el otoño 2020 no me haya convencido lo tomaré como una señal de que el otoño 2021 va a ser espectacular. Hace un mes aproximadamente se me metió en la cabeza que si el puñetero coronavirus me deja, el otoño 2021 lo voy a pasar disfrutando de Los Pirineos. Para ello, hay que empezar a ahorrar desde ya, pues la idea que tengo es la de pasar allí 15 días.
Nueva y (creo) última salida del año 2020 para fotografiar el otoño. Y nueva (y espero última) decepción a la hora de intentar captar los colores de esta bonita estación.
Este otoño está yendo de la mano del año 2020. Porque, claro, un año marcado por el coronavirus, los confinamientos, las distancias sociales o restricciones de movilidad no podía resultar un otoño perfecto.
Tenía muy buena pinta a mediados de octubre cuando se metió el frío y también las lluvias. Por esos días era optimista y mantenía la fe pensando que si todo seguía como por entonces, iba a ser uno de los otoños más bonitos presenciados. Lejos de la realidad, todo cambió con la entrada de noviembre, volviendo a temperaturas medias (incluso altas) para la época en la que estamos. Y esto es lo que ha hecho que el color de los árboles no avance como es debido, habiendo aún muchas hojas verdes, pero también amarillas y ocres. Para gustos, los colores. Y a mí me gusta cuando todos los castaños tienen de una sola vez los colores amarillos y marrones.
Durante todo el mes de noviembre he salido en busca de estos tonos en el campo. La aventura comenzó en el Valle del Ambroz, siguió en Montánchez (la primera vez que fui este año), continuó en Guadalupe y ha terminado en Montánchez con otras dos visitas más.
Hoy, por tercera vez en tres semanas, ponía rumbo desde Mérida hacia Montánchez. El camino me lo sé ya de memoria, incluso los minutos que tardo desde la puerta de mi casa hasta la plaza de toros de la localidad. Con todo preparado, llegaba hasta las inmediaciones del castañar sobre las 16:00. Por delante, una hora y media aproximadamente para hacer fotos.
Las primeras impresiones que me llevo son de desánimo, pues, como comentaba al principio, aún predomina mucho el verde en las muchas, muchísimas hojas que siguen en los árboles y que se resisten a caer. A eso hay que añadir que hoy era una tarde muy soleada y que me he visto negro para esquivar los contrastes de luces y sombras.
Por algunas zonas que se ven las hojas más amarillas y marrones, como se puede apreciar en la parte alta de un pequeño muro de piedras.
Repito una foto que he hecho en días anteriores subido en el muro de piedras, aunque sin llegar a pisar estas, pues a lo largo del camino se pueden ver algunos tramos donde el muro ha cedido; desconozco si por el agua que cayó en octubre o porque la gente no tiene cuidado.
El año pasado hice una foto muy parecida casi desde esta misma posición. Y la diferencia es bárbara. Lucía en todo el castañar unos colores que enamoraban, además de que recuerdo que ese día estaba nublado e incluso me llovió algo por el camino. Me refiero a esta fotografía.
A pesar de que prefiero días sin sol para hacer fotos, a veces, ofrece estampas muy bonitas colándose entre las ramas de los castaños y dejando una bonita luz.
Es raro no ver a algún vecino del pueblo pasear entre este castañar. Es una ruta corta, sencilla y muy agradable; como sus gentes, pues siempre saludan al pasar y te dan las buenas tardes (a ver si aprenden algunas de las personas con las que trabajo ja, ja).
Echo la vista atrás en todo momento por si me convence la foto. La mayoría de ellas las desecho, pues el sol aún penetra con fuerza y prefiero esperar a los últimos minutos de luz, aunque alguna se puede aprovechar.
De un plumazo acabo con las ilusiones de Mery y Pepe, que salieron muy contentos de casa creyendo que iban a visitar un lugar nuevo. Han posado a regañadientes junto a mi novela je, je.
A continuación, otra foto repetida de días anteriores para que se vea cómo evoluciona el color en los árboles.
En la parte baja del castañar la luz empieza a escasear y en poco rato vendrá la oscuridad.
Decido subir de nuevo hacia el camino, intuyendo que pronto aquí la luz será más suave y puede que salgan mejores fotos.
A pesar de que todavía hay mucho sol, realmente, no entra con fuerza porque lo frena las hojas de los árboles. Es aquí donde más disfruto con las fotos que van saliendo.
Y, cómo no, tenía que llegar mi momento, ese que siempre está presente en cada salida a fotografiar la naturaleza, sin importarme que haga sol, frío o que el suelo esté mojado. Una salida a fotografiar el otoño no es lo mismo si no me revuelco por el suelo.
Y del suelo… a lo alto del muro para fotografiar el camino.
En esta zona sí encuentro un espectacular colorido de los castaños. Justamente así es como a mí me gustaría que estuviera todo el castañar: predominando los amarillos y marrones, dejándose ver poco el verde de las hojas.
-Mery, Pepe, íos despidiendo del otoño, que es muy probable que no volváis a verlo hasta el año que viene.
Y mientras lo hacían observando los castaños, los he escuchado susurrar para que no los oyera, pero yo tengo un oído muy fino.
-Oye, Mery, ¿tú crees que el cansino de nuestro dueño no va a volver a traernos a este castañar? Después de que nos ha traído este año tres veces…
-Pues no lo sé, tío. Tú por si acaso haz como que te estás despidiendo. Date la vuelta.
Estoy casi saliendo del castañar cuando se ha presentado una bonita estampa con el sol entre las ramas. Al día apenas le quedan quince minutos de luz.
Y al igual que han hecho mis fieles aventureros, yo también me despido del otoño 2020 con la esperanza de encontrar mejores colores otro año.
Cuando he hecho la foto anterior he estado a punto de guardar la cámara, pero me he parado a pensar un instante y me he dicho: nunca guardes la cámara hasta estar seguro de que no vas a poder hacer más fotos.
He decidido que ya la guardaría cuando llegara al coche, a pesar de estar convencido de que no iba a realizar más fotos en los pocos minutos de sol que quedaban.
Pero andando por el camino me he encontrado con unos simpáticos cerditos mientras comían. Si no hubiera prestado atención al cielo, al sol, no habría sacado ninguna fotografía interesante, pero levantando la mirada he visto cómo la luz alumbraba a los animalitos y me he puesto a probar con varias instantáneas. Ahora subexponiendo la foto, ahora un poquito más porque el sol seguía saliendo muy quemado. Así hasta que he conseguido una que me ha convencido.
Y aquí sí que doy por finalizada mi tarde por el castañar de Montánchez, así como también doy por finalizadas mis salidas otoñales en este 2020. Desde el año 2011, que fue mi primera salida a fotografiar el otoño, no ha habido ni un solo año en el que no haya encontrado los árboles con el tono que a mí me gusta. Como dicen: siempre hay una primera vez. A pesar de ello, después de los tiempos que corren, uno ha disfrutado muchísimo en cada salida realizada, donde he podido combinar dos de mis aficiones favoritas: senderismo y fotografía.
Que el otoño 2020 no me haya convencido lo tomaré como una señal de que el otoño 2021 va a ser espectacular. Hace un mes aproximadamente se me metió en la cabeza que si el puñetero coronavirus me deja, el otoño 2021 lo voy a pasar disfrutando de Los Pirineos. Para ello, hay que empezar a ahorrar desde ya, pues la idea que tengo es la de pasar allí 15 días.
Sin más, me despido de vosotros hasta otra aventura.
Un saludo, turistas.
Ruta al castañar de Montánchez 2020. Segunda parte:
El pasado sábado, día 7 de noviembre, estuve en el castañar de Montánchez y ya os conté la experiencia aquí. Como os informé, las hojas estaban aún muy verdes y me volví a casa algo decepcionado, pues mi objetivo era captar el castañar con color otoñal. A la vuelta me dije que me acercaría este fin de semana y así ver la evolución del otoño. Y eso es lo que he hecho hoy.
Después de un cabreo monumental por hacerme perder media mañana una panda de ineptos del SES, llegaba a casa y me ponía a hacer la comida. Quería comer temprano para, nada más terminar, volver a acercarme a Montánchez y así hacer más fotos.
Eran las 15:00 aproximadamente cuando mis pies se ponían en movimiento desde la plaza de toros de la localidad. Una vez más, tenía la fortuna de estar el tiempo nublado y así no fastidiar las fotos con el contraste de luces y sombras, por lo tanto, ahora solo quedaba tener suerte con el color de los árboles y ver si definitivamente había llegado el otoño bonito al castañar.
Según me iba acercando, los malos presagios volvían a aparecer. Bien es cierto que ya se ven muchas hojas con colores amarillos y ocres, pero aún predomina el verde. Este otoño está siendo algo raro, pues se adelantó mucho respecto a otros años, pero parece que ahora se ha frenado en seco y apenas avanza (al menos en el castañar de Montánchez). Para mi gusto, aún le queda como mínimo otra semana más para tomar por completo la paleta de colores que nos ofrecen los castaños durante la caída de la hoja.
La entrada que he tomado hoy ha sido por la parte de abajo, perdiéndome entre los castaños y no sabiendo por momentos orientarme, pues no se veía camino alguno. Sinceramente, me ha encantado esa sensación de perderme entre este bosque y disfrutar de la naturaleza.
Después de un rato dando vueltas de aquí para allá, buscando una salida, al fin he dado con el camino que lleva hasta la parte de arriba del castañar. Una cosa que me doy cuenta también es que el musgo no brilla de la misma manera que hace seis días. Esta semana no ha llovido y lo ha notado.
La llegada hasta el final del castañar se presenta rápida y cojo el camino de bajada, aunque no llego a andarlo al completo y tan solo me paro en el mismo lugar que hace una semana.
No sé la de otoños que conocen ya Mery y Pepe, pero no se cansan de posar ante el colorido que nos brinda la estación.
Momento de seguir andando entre los árboles buscando los que tienen más colores amarillos y ocres. Alguno hay que deja mostrar su belleza.
Hoy no me entretengo tanto y decido coger ya el camino de vuelta al pueblo, aunque ahora se presentan, desde mi punto de vista, las fotos más bonitas.
En las siguientes capturas se muestran una buena gama de colores: el ocre de los robles, el amarillo de algunas hojas de castaños y el verde de otras hojas, también de castaños.
Hoy no han pasado vacas por el camino, ni tampoco había nieblas por la tarde, pero aquí los castaños sí muestran la viveza del amarillo y algunos marrones.
Desde puntos altos se consiguen panorámicas del castañar muy bonitas.
Y a ras de suelo también. Me encantan las fotografías tiradas agachándome y así obtener en primer plano el camino lleno de hojas.
Para terminar con las últimas fotografías, decido subir de nuevo a lo alto y perderme entre los castaños. Aquí también dan los primeros signos de mostrar su mejor versión.
Venga, la última ya y nos vamos para casa, que la luz pronto escaseará entre los árboles.
A principios de noviembre, viendo la situación general que hay en el país debido al coronavirus, tenía mis dudas acerca de si este año iba a poder salir a fotografiar el otoño. Casi a mediados como estamos, no solo he podido hacerlo sino que he salido hasta en cuatro ocasiones, a la que hay que sumar la salida a hacer fotos al martín pescador.
Desconozco si volveré a salir a fotografiar el otoño en este 2020. Si lo hago, será a este mismo castañar dentro de una semana, aunque creo que puedo darme por satisfecho con lo logrado hasta ahora.
Sin más que añadir… hasta otra aventura, turistas.
Ruta al castañar de Montánchez 2020. Tercera parte:
A mal tiempo, buena cara. Es la premisa que hay que tomar en los momentos que vivimos e intentar disfrutar de las pequeñas cosas que nos hacen felices.
Hoy, 7 de noviembre, era un día para haber empezado unas bonitas vacaciones por la provincia de Segovia; incluso, tenía hechas las reservas de hoteles y planificado todos los días que iba a estar por allí, pero el día que se estableció el Estado de Alarma en España decidí cancelarlas y posponerlo para otra ocasión.
En ese momento, replanifiqué mis vacaciones por Extremadura, puesto que no se puede salir de la región debido a las restricciones del coronavirus, y entre los sitios a visitar figuraban el Valle del Ambroz (vistado el pasado fin de semana) o el castañar de Montánchez (visitado hoy mismo).
Eran las 09:00 de la mañana aproximadamente cuando ponía rumbo hacia Montáchez con el objetivo de fotografiar el castañar. Mi intuición me decía que las hojas estarían bastante amarillas, por lo tanto, el paisaje estaría precioso.
Nada más llegar se ven nieblas bajas, algo que me encanta porque desde hace mucho tiempo quería fotografiar algún castañar con las nieblas por medio.
La ruta es corta, de un kilómetro y medio aproximadamente. Pronto, se llega al castañar. Aquí me doy cuenta de que mi intuición me ha fallado: las hojas de los castaños están demasiado verdes aún. No obstante, el paisaje también es de cuento, con las nieblas por medio.
El camino luce ya con muchas hojas caídas. La alfombra natural de color marrón hace un buen contraste con el color verde del musgo.
En algunas zonas sí hay hojas de color amarillo. Quizás en una semana esté todo el castañar así.
Las nieblas aún siguen acompañándome cuando me sumergo en lo profundo del castañar. Es una gozada pasear entre los árboles con el único ruido de la naturaleza: el chasquear de las hojas, el canto de los pájaros y las gotas caer de los árboles.
Hasta este momento, todas las fotos que he realizado han sido a pulso. Llevaba el trípode conmigo, pero aún no lo había utilizado. Decido hacerlo apartándome del camino para fotografiar una roca llena de musgo.
Y Pepe aprovecha un descuido de Mery para subirse encima de ella a burro. Hasta se ha puesto a cantar el villancio de «Arre borriquito, arre, burro, arre…»
Vale, ya vuelvo a ser normal je, je. El paseo entre los árboles sigue siendo una gozada. Me he cruzado con un par de personas que iban paseando, pero rápidamente me vuelvo a quedar solo.
Después de dar varias vueltas, he vuelto a subir al camino para fotografiar de nuevo los castaños a la vuelta al pueblo. Son las 11:30 aproximadamente y las nieblas siguen siendo fieles compañeras.
A partir de este momento empiezan a llegar senderistas, ciclistas y otros fotógrafos para disfrutar de este entorno. Por suerte, no me molestan en ningún momento, incluso, ha habido intercambios de opiniones acerca de la belleza del castañar.
Con el trípode a ras de suelo ha sido cuando se ha presentado una bonita fotografía, pues he escuchado a los lejos el sonido del mugir de unas vacas. Tenía la certeza de que venían por el camino, por lo que he preparado la cámara para hacer la instantánea; eso sí, la he hecho a pulso.
Han pasado delante de mí con cierto recelo, cuando era yo quien más respeto las tenía je, je.
Pasado el susto de ver a estos animales tan grandes a medio metro, he continuado con mi tarea de hacer las últimas fotos de la mañana.
El reloj marcaba las doce en punto, lo que significa que llevo dos horas y cuarto de ruta por el castañar de Montánchez. Decido tomar el camino de vuelta al pueblo y así ir hacia Mérida, que aún había que hacer la comida ja, ja.
El resumen de mi aventura por este castañar, que ya he visitado en cuatro ocasiones, es que me esperaba más color otoñal, pero que ha sido compensado de sobra con la belleza de las nieblas metiéndose entre las ramas de los castaños.
Puede que el fin de semana próximo, si las circunstancias lo permiten, me vuelva a acercar para captarlo con las hojas de los castaños ya amarillas. Si finalmente me animo, os enteraréis.
Un saludo, turistas.
Ruta al castañar de Montánchez 2020. Tercera parte:
No hay nada como terminar la semana laboral algo harto por las prisas de algunos a última hora, sentarte, comer rápidamente, ponerte ropa de abrigo para no coger mucho frío, las zapatillas de senderismo y adentrarte en plena naturaleza, en un gran bosque de castaños lleno de color otoñal. Sí, eso ha sido hoy mismo.
Desde mediados de semana tenía en mente ir al castañar de Montánchez para captar las últimas fotografías otoñales del año 2019, sin embargo, según ha ido pasando la semana han ido surgiendo dos inconvenientes: el primero, un gran resfriado que cogí el pasado martes por la tarde; el segundo, la lluvia y el frío previstos para el sábado y domingo. Por lo tanto, vi que el tiempo por horas no daba agua para el viernes por la tarde y como desde Mérida a Montánchez se tarda una media hora aproximadamente… ¡ya tenía planes para comenzar el fin de semana!
Eran las 16:15 aproximadamente cuando mi coche quedaba aparcado en las inmediaciones de la plaza de toros de la localidad. Desde aquí parte la ruta al castañar, de aproximadamente un kilómetro y medio, y me he llevado una gran alegría al ver el monte lleno de colorido (al fin encuentro el otoño que a mí me fascina).
Monte lleno de color en Montánchez
Monte lleno de color en Montánchez
No es la primera vez que visito este castañar en otoño, pero otros años siempre me he adelantado y nunca he sido capaz de verlo con los tonos ocres y amarillos con que los he visto hoy. Según me iba acercando a la entrada las emociones se disparaban.
Entrando al castañar de Montánchez
Entrando al castañar de Montánchez
Entrando al castañar de Montánchez
Entrando al castañar de Montánchez
Como era de esperar un viernes por la tarde, he estado caminando solo durante todo el trayecto. El único ruido escuchado era el de los pájaros y el del pisar de mis pies contra las hojas caídas; justo lo que necesitaba un día como hoy para desconectar de todo lo acontecido durante la semana, pues no hay nada como la naturaleza en estado puro.