Cuatro años después mis pies volvieron a pisar la arena de las Islas Cíes, volví a maravillarme con esta islita y a disfrutar de cada uno de sus rincones.
El día elegido fue el pasado 5 de julio y esta vez la visita fue programada de manera distinta. Íbamos buscando la foto, el recuerdo, ya que partíamos con la ventaja de saber los sitios que merecían la pena y los que podíamos prescindir de ellos.
Eran las 10:00 de la mañana aproximadamente cuando volvía a sentir el tacto de la arena en mis pies. La emoción me invade al tener de nuevo la Playa de Rodas ante mis ojos.
La primera visita de la mañana fue al Alto do Príncipe, lugar estrella de las Cíes y desde el cual se pueden observar las mejores panorámicas de toda la isla. La posición del Sol es la ideal para poder captar toda la Playa de Rodas desde lo alto.
Al darnos media vuelta, nos entretenemos con una gaviota, fieles compañeras allí dónde vamos. Si en esos momentos supiera lo que estaba a punto de suceder minutos más tarde…
Tras despedirnos del animalito, pasamos por delante de la Playa de Figueiras y aprovechamos para hacerla fotos al estar poco concurrida. En pocas horas estará llena de gente, con cuerpos desnudos paseando por ella, y no es plan de hacer fotos en esas condiciones.
Antes de hacer la ruta hacia el Faro de Cíes paramos en el restaurante. Allí pido un bocadillo de chorizo y queso y me salgo a la terraza a comérmelo. Lo suelto en la mesa, me siento un privilegiado por tener delante la preciosidad de las Cíes, me distraigo dos segundos y escucho el ruido del bote de zumo caer al suelo. Pienso: ¿cómo hostias se ha caído? Y al momento es cuando escucho la voz de una mujer al lado de mí decir: «ay que la gaviota te ha quitado el bocadillo». Y efectivamente, miro la mesa y no hay bocadillo ninguno. Fue tan sigilosa que me enteré antes de la caída del bote que de haberse llevado el bocadillo.
La gente fue muy solidaria y la propia mujer me dio unas tortitas de arroz. Además, otro grupo de jóvenes me ofrecieron magdalenas y crusáns para que los acompañara con el zumo (por suerte, el vaso no lo tiró). Tan solo me como un cruasán y el resto se lo devolvemos a la gente. Toca entrar de nuevo en el restaurante y comprar otro bocadillo. Esta vez lo agarro fuerte e iniciamos la ruta hacia el Faro de Cíes.
Las vistas según vas subiendo son más bonitas. La Isla de San Martiño se ve preciosa.
Tras reponer fuerzas, recoger la lengua después de llevarla arrastro, nos damos media vuelta y nuestra última parada es en la Pedra da Campá. En el 2012 no la visité y esta vez era visita obligada.
Llegaremos de nuevo al restaurante sobre las 14:30, hora de comer, esta vez dentro para evitar robos de gaviotas je, je.
Una vez terminado de comer tocaría disfrutar de la playa, del mar y nos vamos hasta la Playa de Figueiras. Como ya os he dicho antes, es una playa nudista pero se ve de todo. Digamos que la gente que practica nudismo lo hace al final de la playa y el resto de gente ocupa el resto.
Ante de partir el barco nos volvemos a despedir de las Cíes. Y lo hacemos con el pleno convencimiento de que tarde o temprano volveremos a pisar esta preciosa isla.
En esta ocasión decidimos prescindir de las rutas al Faro da Porta y al Faro do Peito. Si queréis más detalles de todas las rutas podéis visitar mis vivencias durante el 2012:
https://memoriasdeunturista.wordpress.com/2012/09/03/galicia-dia-2-islas-cies/
Y hasta aquí nuestro día por este paraíso natural. Nos despedimos con pena, pero sabemos que no íbamos a estar de por vida en la isla. Por lo menos me he quitado la espina clavada de haber perdido todas las fotos realizadas durante el año 2012. Las únicas que conservaba eran las que están subidas en la anterior entrada del blog. Ahora, ya vuelvo a tenerlas. ¿Y sabéis qué? Que me gustan más las que he hecho ahora 😉 😉 😉
Saludos y hasta la siguiente vivencia.