El viernes 11 de noviembre volvía a ponerme en marcha para acometer una nueva ruta. En esta ocasión no se trataba de un entorno otoñal sino la archiconocida ruta por los Lagos de Saliencia, incorrectamente llamada en algunos sitios como los Lagos de Somiedo.
De todas las rutas programadas esta era la única cuyo objetivo no fuera captar los colores de otoño. Sin embargo, no por ello iba a ser una ruta aburrida y poco emocionante. Justo lo contrario. Me pareció una de las más bellas que hice durante mi estancia por Asturias.
Parte desde el Alto de la Farrapona, frontera de tierras asturianas con tierras leonesas. No resulta complicado llegar, pues cualquier GPS te lleva hasta la ubicación.
La parte de Castilla y León se encuentra en obras, me consta que están asfaltando la carretera. Si vais en breve, tan solo tened en cuenta que no podréis acceder al Alto de la Farrapona desde Castilla.
Poco a poco, comencé a descender hacia el primer lago. Las vistas encontradas me hicieron ver que iba a disfrutar la ruta.
Apenas llevaba andando 15 minutos cuando llegué al primero de los lagos: Lago de la Cueva. Es muy bonito, pero fotográficamente hablando me dio mucha rabia encontrarme el sol de frente.
Un cartel nos indica que el Lago Cerveriz está próximo, sin embargo, el Lago del Valle se encuentra mucho más lejano. Sin duda, decido ir únicamente hacia el Lago Cerveriz.
Una subida constante me hizo tener que pararme varias veces a tomar algo de aire. Aunque el desnivel no era muy apreciable, el ir cargado con la mochila, botella de agua, equipo fotográfico y trípode multiplica el esfuerzo. Las vistas hacia el Lago de la Cueva según iba ascendiendo merecían la pena todo sufrimiento.
Antes de llegar al siguiente lago, el de Cerveriz, se pasa al lado de lo que supuestamente es el Lago de la Mina. Se encuentra totalmente seco. Podríamos pensar que es debido a la sequía, pero, sinceramente, no he encontrado ninguna foto por la red de este lago con agua.
Desde el Lago de la Mina hasta el Lago Cerveriz apenas se tarda 10 minutos (tomándotelo con mucha calma). La llegada hasta él me fascinó. Es el lago que más me gustó de todos.
Desde el Lago Cerveriz se puede seguir una ruta circular que baja de nuevo hacia el Lago de la Cueva, pasando previamente por el Lago Calabazosa. Por supuesto, tomé esta opción.
Unas vaquitas pasteaban por el campo. Una de ellas estaba en la mitad del camino por el que tenía que pasar. La miré, me miró, y como no había intención de ninguno de los dos de ceder, le pedí educamente si me dejaba pasar. Puede que me entendiera porque dio unos pasos al lado y me dejó el camino libre.
El Lago Calabazosa es, creo, el más grande de todos. También tuve que buscarle las vueltas al sol para que saliera alguna foto medio decente.
La ruta no tiene pérdida alguna y tan solo hay que seguir el camino trazado. Nada más abandonar el Lago Calabazosa vuelves a tener el Lago de la Cueva a tus pies. Poco a poco, se va perdiendo altura hasta llegar al punto inicial de la ruta circular.
Tardé aproximadamente 2 horas en realizar la ruta circular, con sus paradas a descansar y el tiempo empleado en hacer las fotos. En total creo que son 8 kilómetros, que se hacen muy bien y apta para niños. Es un entorno que merece la pena visitar, sin ninguna duda.
Al día siguiente tocaría cambiar de ubicación, tomármelo de descanso y dirigirme hacia Cangas del Narcea. Allí, acometería la ruta que llevaba esperando desde el día 2 de enero. La madre de todas las rutas, la que para mí era todo un reto personal: Muniellos.