Ayer, día 1 de abril, fue el momento de volver al Cerezo en Flor, en el Valle del Jerte, cuatro años después de hacerlo por última vez.
A mediados de semana planeamos una salida y decidimos ir a ver esta Fiesta de Interés Turístico Nacional. A decir verdad, yo hubiera preferido visitarla entre semana y así evitar la masificación de gente, de coches, de atascos en la carretera principal y de esperas a la hora de comer. No obstante, era imposible la visita en un día laboral.
Eran las 11:00 aproximadamente cuando nuestra cámara tiraba la primera fotografía. Y, aunque parezca raro, no fue a un cerezo en flor. Fue al Roble del Acarreadero, declarado Árbol Singular de Extremadura, y situado en las inmediaciones de El Torno.
La siguiente visita tampoco sería a los cerezos, a pesar de que ya los teníamos cerca. Desde el Roble del Acarreadero fuimos hasta las afueras de El Torno y así fotografiar el valle desde El Mirador de la Memoria. Allí, encontramos cuatro enormes estatuas de piedra.
Y, ahora sí, nos vamos en busca de los primeros cerezos en flor. Para ello, cogimos la carretera hacia Rebollar y paramos el coche en las inmediaciones de una finca privada. Vimos grandes cerezos, dónde no había gente, y decidimos adentrarnos en ella. Ni que decir tiene que nunca se debe tocar la flor del cerezo, ni se debe dañar sus ramas, ni, por supuesto, se debe subir a los árboles.
Bueno, Mery y Pepe sí se subieron a un cerezo. Pero prometen y juran que no lo dañaron en ningún momento.
Desde Rebollar fuimos hasta Cabezuela del Valle, pero no por la N-110. Cogimos una pista que lleva a varias fincas particulares y, al final del todo, enlaza con la N-110 a la altura de Cabezuela del Valle. Decir que aquí no había gente por medio, ni masificación. Y unas vistas espectaculares de todo el valle «nevado».
Era la hora de comer y, como hemos dicho anteriormente, la carretera principal estaba con atasco de coches. Nuestro plan es ir hasta las afueras de Cabezuela del Valle, en dirección hacia Los Pilones, y así comer en el Restaurante El Castillo. Finalmente, tras coger varios atajos, logramos evitar el atasco y llegar pronto al restaurante. Pero no lo suficiente; pues estaba lleno de gente y tuvimos que esperar media hora para entrar a comer. La comida mereció la pena.
Tras llenar las barrigas decidimos ir hasta Cabrero. Desde mi punto de vista, las fotos más bonitas las hicimos aquí, al lado de la carretera y ante un cerezo repleto de ramilletes de flores.
Seguimos recorriendo el Valle del Jerte y esta vez nos dirigimos hasta Casas del Castañar. La idea es visitar los Castaños de Escondelobo y de las Escobanchas, pero en coche. Y, para ello, tomamos un camino de tierra que lleva hasta la Sierra de San Bernabé. Decir que nos equivocamos a la hora de tomar la pista, pero no hay pérdida infructuosa y pudimos tomar otra panorámica del valle.
Nuestra visita por el Cerezo en Flor termina aquí. Son las 18:00 aproximadamente y aún nos queda mucha tarde por delante. La idea inicial era volver a Cáceres, pero finalmente nos vamos hasta Plasencia para dar un paseo en plan tranquilo por el Parque de los Pinos.
En este parque encontramos gran cantidad de patos y pavos reales. Y, sin esperarlo, nos llevamos la grata sorpresa de que los pavos reales están en época de celo y mostrando todo el colorido de su cola: el macho la muestra para cortejar a la hembra.
Y este fue nuestro día por el Valle del Jerte, por su Cerezo en Flor y por el Parque de los Pinos.
Desde aquí animamos a la gente a que visite este espectáculo de la naturaleza. Aunque si queréis un consejo, siempre que os lo podáis permitir, visitadlo entre semana. Los tres años anteriores dónde hemos visitado el Valle del Jerte no ha sido durante el fin de semana y no hay apenas gente, puedes andar sin agobios, sin gente que se pone por medio en la foto y disfrutas plenamente de la naturaleza sin apenas ruido.
No obstante, este año he disfrutado la visita más que ningún otro año. Quizás la compañía tuvo algo que ver 😉 😉 😉
Un saludo y hasta otra aventura, turistas…